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Comer en compañía


Una comida en buena compañía es un maravilloso lugar de encuentro, celebración, intercambio, convivencia y felicidad

Descubriendo la felicidad alimentaria

 

Cabe preguntarse si también en la gastronomía iberoamericana dominan la costumbre de la celebración conjunta de las comidas familiares, que tan arraigada está en España y Portugal. Y en efecto así es, aunque con algunos matices. Comer en compañía es siempre un factor clave en cualquier ruta hacia la felicidad alimentaria, tanto para disfrutar de la propia comida como para mantener las relaciones sociales y familiares. Si no, acabaremos convertidos en comensales solitarios, incapaces de compartir el deleite de una buena comida. Y para evitarlo, hay que hacer de cada una de ellas una fiesta donde se convive, se comunica y se discute. Vamos, donde se vive, y esto es algo que se entiende bien tanto en la Europa del Sur como en toda Íberoamérica.

Maravilloso lugar de encuentro
Una comida en buena compañía es un maravilloso lugar de encuentro, celebración, intercambio, convivencia y felicidad. Pero las cosas están cambiando muy rápido. El hogar, donde la familia convivía y se reunía para cocinar y para comer, ha dado paso como lugar de encuentro al comedor o las habitaciones donde la comida se traslada desde la cocina en bandejas individuales. En esta evolución hay, sin duda, una pérdida porque las relaciones de vecindad, amistad, convivencia y humor surgen y existen básicamente en torno a la mesa. Y este es un fenómeno al que tampoco es ajena la sociedad iberoamericana. La comida del mediodía, sobre todo, es la que ha más ha sufrido esta pérdida de contacto, sobre todo en los países del norte (México, en especial) pero también en los del cono sur, como Uruguay, Argentina y Chile) donde el “fast food” ha impuesto su ley. Pero sin embargo la última comida del día, la de la tarde/noche, se mantiene como punto de encuentro familiar, y es también donde más se esmera la cocina en lograr una cita atractiva para todos los integrantes de la unidad familiar, haciendo que la cena se mantenga como la comida de celebraciones por antonomasia.